Todo seguía igual, había llovido las últimas 2 semanas. se habían detectado ya, casos de gente escamada en la zona norte. No había quien soportara tanta humedad; y es que en un poblado no es común tanta lluvia. A Sofía le daba lo mismo, el quejarse ya no le satisfacía, al fin y al cabo terminaría de llover, cuando a Dios le diera la gana. Los pantalones mojados, los zapatos inundados y los calcetines ahogados eran ya parte de la rutina. Desde hace unos meses siempre era lo mismo, en la mañana al trabajo, a la escuela en la tarde; y en la noche, al llegar a casa era cada vez mas tedioso. Nada tenia sentido solamente dormir, soñar no era lo indicado así que solo dormía ¿para que desperdiciar la noche? si al final solo son imágenes en blanco y negro. sin decir nada, abre la puerta y sube a su habitación; poco a poco la ropa mojada cae de su cuerpo. Desnuda, seca su cabello y lo cepilla, al terminar se mira al espejo, el cuerpo es lo único que realmente le pertenece. Así como esta, toma el libro que inicio desde que la lluvia llego. se acuesta en la cama destendida y empieza a leer. sin recuerdos ni emociones, al poco tiempo cae rendida; con un solo pensamiento -quisiera morir mañana- el sol le molesta, se tapa, el ruido no para, se tapa. Sin llamar a la puerta la madre entra, quien sabe cuantas cosas dice, Sofía solo se tapa. La madre desesperada jala la cobija, el cuerpo joven y desnudo queda al descubierto. Solo Dios sabe cuantas cosas dice la mujer, sin importarle se levanta y dirige al baño. No esta molesta, solo aturdida, pues la idea de morir mañana, no se le olvida.